El sábado 13 de noviembre acabó el congreso AEDEAN 2010. Este año fue en Almería y volví a asistir como acompañante. Es la cuarta vez que voy y no sé si es porque era en una provincia no muy bien comunicada pero parece, al menos desde fuera, que cada vez los miembros de esta asociación se toman menos en serio a ellos mismos. Este año había menos comunicaciones y el nivel de algunas a las que asistí era muy bajo, charlas llenas de obviedades como pensar que al adoptar valores universales caemos en el etnocentrismo o buscar la construcción de la masculinidad en los consultorios de las revistas para hombres.
En una sesión del sábado ni siquiera apareció el que debía presentarla, ni la sustituta. Una persona de la organización vino a entregar los diplomas que acreditan la participación a los que leían sus presentaciones y ellos mismos tuvieron que presentarse y moderar el turno de preguntas del final. Choca esta dejadez con la buena organización del congreso de este año, sin enredos de horarios y aulas, con los ordenadores siempre a punto, y un montón de alumnos voluntarios entusiasmados por estar participando, quizás por primera vez, en un acto académico internacional.